Hace
días que necesitaba escribir sobre él. El día de su muerte estuve acongojado,
pero no sé por qué la noticia me pareció algo irreal. Supongo que esas noticias
siempre parecen irreales, la partida de seres o muy queridos o muy admirados
que uno entiende como inmortales, siempre tiene la inicial apariencia de un
sueño. Recién hoy, luego de seguir viviendo la misma tumultuosa y agitada vida
de todo citoyen de este mundo, encontré por azahar (o casi) dos libros de
poesías que había dejado abandonados el mismo día de su muerte, cuando intenté
encontrar un poema cuyo nombre no recordaba, y que no encontré, y que recién
encuentro.
Y me
siento y leo. Y no puedo sino compungirme con una pena larga y profunda, que como
una herida abierta, como un ardor lento y agónico, me descubre la realidad de
su partida. Antonio Cisneros ha muerto, y con él todos los posibles mundos, las
posibles luces, las posibles miserias que él hubiese podido intuir para nosotros.
Por y para todos nosotros.
Y no
puedo sino rememorar las alegrías que tuve -y que tengo- al leer que alguien
puede ser tan relativo a uno, tan cercanamente similar en sentimientos, tan
iluminadamente sabio, irónico, en resumen tan universal. Y no puedo sino
rememorar aquellos buenos tiempos en los que nuestro grupo literario (la Directiva,
un grupo dedicado a libar por la literatura, conformado por personajes tan
disimiles y entrañables como Pimpi Rengifo, el Gordo Bernal, Petipán Coronado,
Pablo Carriquirri Carreño o Anchiraicua), admiraba a este genio de la poesía. Recuerdo claramente haberlo encontrado alguna
vez en el bar de Juancito en Barranco. Alborotados, nos sentamos a tomar unos
chilcanos en una mesa contigua, y felices sentíamos que estábamos tomando con
el mismísimo Cisneros (otras hazañas similares fueron la persecución a Ribeyro,
o la serenata a Bryce, o la vigilia a la casa de Vargas Llosa). Recuerdo finalmente que el Gordo Bernal –ya
alcoholizado supongo- le lanzó algún saludo o alguna arenga, y que Cisneros le
contestó algo amable, sonriendo complacido y aparentemente feliz.
Ahora,
atando algunos cabos, puedo comprobar que Cisneros era físicamente parecido a
mi padre, pues tenía una mirada bondadosa y un aura de insatisfacción y
melancolía, y que en el poema que más me emociona de él, confiesa haber tenido dos
hijas y un hijo, confesando además haber sido ingrato con sus hijas de alguna
forma.
Es
por ello que a través de él –y a modo de homenaje- le dedico este hermoso poema
a mi Adriana y mi Andrea. Léanlo mis niñas y disculpen las lejanías de su padre que las ama.
HAY VECES QUE LOS HIJOS
Entonces
yo flotaba entre las olas y el salitre del Atlántico boreal.
Era
un barco con hierro de Marcona, bandera de Liberia y marineros
Griegos.
Los
tumbos en la noche o las más ordinarias nostalgias eran pretexto
Para
escribir poemas (muy sentidos) sobre Diego, hijo del alma
Delgado y amarillo
Y
poco a poco me las ingenié para meterlo (contra su voluntad)
Entre
mis libros
Luego
vinieron Alejandra y Soledad. No sé por qué perezas fueron
Abandonadas (o libradas) de mi
canto.
No
por completo, es cierto. Soledad (75) supo de festejos el día
Que nació bajo la nieve. Y la
comparé (también) con un
Erizo.
Alejandra
(81), apenas más alta que una mesa, tan sólo fue
Nombrada en una triste prosa.
Siento
que les debo unos versos que hablen de su gracia y su
Belleza (puros lugares comunes)
y del dolor de vivir separados
(puro melodrama)
Aunque
en verdad, ya no deseo que sean ricas o buenas o virtuosas.
Dados
los tiempos, me contento con que en el camino del mar
Hasta la casa/ no sufran ningún
mal.
Finalmente,
y como corolario de esta breve reflexión, quiero regalarles este poema de
Cisneros que entiendo como absolutamente actual, y que incluye una crítica a
esta sociedad moderna, donde los viejos, los pasados de moda, los dinosaurios,
son (somos?) relegados a una dimensión de paréntesis (que incluye a los
esperpénticos fumadores, entre los cuales me incluyo), desde donde
nostálgicamente contemplan la arrogante estupidez de los imberbes que creen que
la gran sabiduría del mundo está en sus espíritus competitivos, tecnológicos y ecológicos…
pura vanidad… puro nuevo racionalismo obtuso… craso y agudo error de
percepción…
NATURALEZA MUERTA DE INNSBRUCKER STRASSE
Ellos
son (por excelencia) treintones y con fe en el futuro. Mucha fe.
Al
menos se deduce por sus compras (a crédito y costosas).
Casaca
de gamuza (natural). Mercedes deportivo color de oro.
Para
colmo (de mis males) se les ha dado además por ser eternos.
Corren
todas las mañanas (bajo los tilos) por la pista del parque
Y
toman cosas sanas. Es decir, legumbres crudas y sin sal, arroz
Con cascarilla, aguas minerales.
Cuando
han consumido todo el oxígeno del barrio (el suyo y el mío)
Pasan
por mi puerta (bellos y bronceados). Me miran (si me ven)
Como a un muerto con el último
cigarro entre los labios.
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